"Montados en un camello en dirección a Bagdad viajan el calculista Beremiz Samir y un bagdalí. Cerca de un albergue de caravanas se encuentran con tres hombres que discuten acaloradamente sobre el reparto de una herencia.
Beremiz se interesa por el problema y le explican lo que sucede:
Somos hermanos, explica el mayor, llamado Mustafá, y a la muerte de nuestro padre hemos recibido como herencia estos 35 camellos. Según su voluntad para mí, que soy el mayor, serán la mitad de ellos, para Hamet, el hermano mediano serán la tercera parte y a Harim, el más joven, le corresponde la novena parte. Los tres aceptamos la voluntad de nuestro padre, pero no sabemos como efectuar la partición y no nos ponemos de acuerdo en el reparto. Ni la mitad de 35, ni la tercera parte ni la novena parte arrojan repartos exactos. A mí me corresponden más de 17, pero menos de 18. A Hamen más de 11 pero menos de 12 y a Harim más de 3 pero menos de 4, así que ¿cómo podemos hacer la partición?
Muy sencillo, dijo Beremiz. Yo me comprometo a hacer un reparto justo que a todos convenga. Pide al bagdalí su camello, y aunque éste se muestra muy reacio, finalmente cede. Beremiz entonces dice que va a proceder a hacer una división justa y cabal:
A ti Mustafá te corresponden la mitad de 36, esto es 18. A ti Hamet te corresponde la tercera parte, es decir 12. Por último a Harim le corresponden 4. Ninguno podéis quejaros pues todos habéis ganado con mi reparto ya que sabíais que debíais recibir algo más de 17, de 11 y de 3 respectivamente. En cualquier caso 18+12+4= 34 camellos, con lo que sobran dos. Uno, el de mi amigo bagdalí, el otro me lo llevaré yo como pago por haber resuelto ventajosamente el complicado problema de la herencia.
Los tres hermanos muestran su satisfacción y aceptan gustosos el pago del camello. ¡Sólo Allah sabe la verdad! ¡Alabado sea Allah que creo la imaginación, las matemáticas y la mujer!
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